martes, 19 de mayo de 2009

Sí, otro mundo es posible.

Adoro vivir en el centro, y no puedo imaginar mi vida en otro lugar. Me encanta poder ir caminando a trabajar, el bullicio, los escaparates y el festival de personajes.

Pero
vivir en el centro también tiene sus desventajas.
Como los chavalitos de
Greenpeace y ACNUR que, cada día, me persiguen con sus reivindicaciones y sus carpetas llenas de solicitudes de socio y formularios de ingreso de un dinero que no me sobra.
Cada día al pasar por
Preciados sufro su persecución y me zafo como puedo de sus ansias antiglobalización y su espíritu perroflaútico y buenrollista.
Día tras día, durante meses, me asaltan con su sonrisa solidaria, su mirada inquisitiva y sus carpetas azules y verdes. Día tras día se interponen en mi camino robándome mi preciado tiempo.
Amablamente, con infinita paciencia, día tras día, reciben mi negativa con una sonrisa. Entonces reaccionan como si yo fuera
una sanguinaria asesina de focas o una dictadora que ordena guerras.
Si hay algo que no soporto es que me pidan algo de forma agresiva, como si estuviera en la obligación o les debiera algo. ¿Pedir exigiendo? Pero,
¿de qué van?

Pero es que
lo de ayer ya fue la gota que colmó el vaso.
Son las 20 h. de la tarde, acabo de salir cansada de trabajar, para colmo es lunes.
Comienza
la inexorable persecución (tercera del día). Intento rehuír de un chavalito joven con pinta de pringao que corre (sí, corre) a mi lado y me increpa, achacándome todos los males del mundo. Esta vez no me contengo:

-Tooodos los días paso por aquí.

-¿Y? (contesta, suspicaz, el pro-todo).

-Que tooodos los días me acosáis.

-¡¿Te acosamos?!

-Sí.

-¡Perdona, Miss España!

-(…)

Eso es lo que pasa cuando te saltas las clases de lengua española para fumar hierba en el recreo escapando de la opresión capitalista. Que, además de no aprender a tener la más minima educación, tampoco aprendes las diferentes acepciones de las palabras.
Y claro, acabas dedicándote a asaltar a los viandantes con tu supuesta superioridad moral… por un sueldo ridículo.

Sí, otro mundo es posible. Un mundo en el que no te acosen por la calle con fines comerciales.



acosar.


(Del ant. cosso, carrera).

1. tr. Perseguir, sin darle tregua ni reposo, a un animal o a una persona.

2. tr. Hacer correr al caballo.

3. tr. Perseguir, apremiar, importunar a alguien con molestias o requerimientos.



acoso.

1. m. Acción y efecto de acosar.

2. m. Taurom. Acosamiento a caballo, en campo abierto, de una res vacuna, generalmente como preliminar de un derribo y tienta.

~ sexual.

1. m. Der. El que tiene por objeto obtener los favores sexuales de una persona cuando quien lo realiza se halla en posición de superioridad respecto de quien lo sufre.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo no tendría la valentía de decirles eso, aunque estubiera harta de soportarlos todos los días. Tampoco es que esté en contra de lo que desean, pero a veces no se puede. Yo soy tan sumamente empática y estúpida, que no sabría decirles que no y los escucharía hasta el final, aunque si me pidieran dinero, no se lo podría dar, porque nunca llevo dinero encima, sólo el necesario para ese día. Me sabe mal decir que no a la gente, muchísimo, aunque supongo que cuando llegara al punto en el que te encuentras tú, ya no me importaría mucho decirles que no, e incluso contestarles mal si ellos empiezan a faltarme al respeto, obligarme y amenazarme o a hacerme sentir mal. La gente debe aprender a aceptar un NO. He de decir que yo tampoco podría hacer el trabajo de este chico, de ir parando a la gente que pasa para convencerles, no me gusta molestar a la gente que, como tú, sale de trabajar y sólo piensa en volver a casa y descansar.

La chica cortocircuito dijo...

Querida Alba (me gusta tu blog), lo mío fue una regañina suave, un poco irónica, con una media sonrisa... ni por asomo esperaba semejante respuesta. El mundo está lleno de idiotas, y lo mejor es ignorarlos, pero a veces cuesta tanto...

Anónimo dijo...

Tu entrada me ha hecho reír mucho. Alguna vez, en alguna feria escolar, ya con tiempo, me encontré con esos tipos una vez más, y finalmente decidí escuchar sus propuestas. Me fui tan decepcionada como antes de acercarme a ellos pues, como dices, lo que piden no es acción, sino dinero. Con discursos de cambio, de progreso, de tirar al sistema, claro está. Con dinero. Bah. Mejor seguir evitándolos, como siempre se ha hecho.
Saludos,
Julieta

yonson dijo...

uy yo soy maestre del ingnore en la calle, estoy hasrta de flyers, panfletos y demás así que nunca los tomo y cuando llaman por teléfono para ofrecer la última tarjeta de credito y las vacaciones de mi vida respondo. ay señorita es que ahorita no tengo tantas ganas de hablar con usted y le cuelgo, eso si la amabilidad ante todo.

Raúl dijo...

No te falta razón, o si te falta, no lo sé. Quizá la cuestión radique en las buenas maneras del que pide (pida lo que pida) y en la cortesía y el talante del que atiende (tenga la prisa que tenga).
Un abrazo.