jueves, 29 de enero de 2009

Psicoanálisis

-Verá Doctor… últimamente pienso que necesito escribir otra cosa que no sean folletos. Me gustaría que la gente leyese mis textos personales. Bueno, me gustaría y no me gustaría. He pensado en escribir un blog, pero tengo pavor a las críticas y al mismo tiempo a perder mi intimidad.
-O sea, que es usted un sí pero no constante.
-Algo así.

(…)

-Mire, Doctor, ¿sabe que al final me decidí con el blog?
-¿Y qué ta le va?
-Pues ya tengo 1.200 visitas.
-¿Entonces?
-Entonces from lost to the river.

martes, 27 de enero de 2009

No subestimes el poder de unos buenos tacones


Mira que me lo tiene dicho mi madre: ponte tacones. Cuando estaba deprimida porque me había dejado un novio, por algún disgusto en el trabajo o porque me sentía sola, la respuesta era la misma: “Ponte guapa, ponte tacones, sal a la calle".
Y yo, erre que erre, subestimando su efecto terapeútico.


Mi época de estudiante en Salamanca fue el reinado de las zapatillas, la bailarina, los pantalones campana, la ropa de segunda mano y la coleta. Los tacones no entraban en mis planes. De hecho, el no ponérmelos era una especie de acto de rebeldía.


Ahora que me acerco a la treintena, edad en la que empiezas a plantearte dejar de vestir como una chiquilla, empiezo a comprender su poder.
Con ocho centímetros más parece más fácil comerte el mundo. Y en los tiempos que corren, cualquier ayuda es poca.

Así que ya lo sabéis: bailarinas para los días buenos y tacones para las tempestades.
Y si no, que se lo digan a Erin Brockovich.

domingo, 25 de enero de 2009

Las niñas viejas



Siempre fui una niña espontánea, de lengua fácil, de imaginación desbordante, sin más límite que la protección de mi familia y mi propia fantasía.
Una persona de impulsos, transparente como el agua.
Nunca me enseñaron que el mostrarse como uno es fuese algo malo.
No recibí ese tipo de educación restrictiva y manipuladora, pues mi propia madre es una de las mujeres más auténticas que conozco.
Sin embargo en el colegio había niñas que actuaban de forma distinta. Niñas a las que desde muy pequeñas inculcaron las leyes de la discrección y la mesura.
Niñas con madres para las que la apariencia era el valor fundamental. Abanderadas de lo anodino. Niñas instruídas en la retorcida ciencia de la asepsia y la contención de las emociones.
Niñas con lazos siempre intactos, dobladillos perfectos y comportamiento escrupuloso.
Niñas aburridas. Niñas viejas.

Muy pronto descubrí que yo no pertenecía a esa clase de niñas. Mi coleta deshecha, mi verborrea infantil y mi ansia por leer libros de mayores me delataban.
Con el tiempo aprendí que aquella clase de niñas eran capaces de hacer mucho daño, con una sutileza y un retorcimiento impropios de su edad.

Todavía coincido con esa clase de niñas, que han crecido pero mantienen exactamente las mismas sofisticadas estrategias, si acaso refinadas por la experiencia.
Niñas grandes de sonrisa falsa y maneras de político que te la meten doblada antes de que te de tiempo a darte cuenta.
Tan discretas e invisibles como depredadoras.

Recuerdo a mis compañeras de clase haciéndose las devotas en misa y escribiendo invitaciones de cumpleaños.
Me imagino que ahora son iguales, sólo que han cambiado a Dios por el jefe y las invitaciones por folletos.

miércoles, 21 de enero de 2009

Por la mañana


En mi mundo
Alicia coge la línea multicolor dirección Conejo Blanco
Patricia Arquette huye del hotel con un maletín lleno de billetes
Tony Soprano cabecea en el coche y masculla un piropo soez al verme pasar
Mis ex se reúnen con carácter urgente porque me estoy olvidando de ellos
Mi desaparecida abuela me regaña por cruzar en plan kamikaze.

En el mundo de los otros
El señor que se sienta a mi lado huele mal
Una mujer con bigote me mira con desprecio
El vagón traquetea inestable y taciturno
Los desconocidos resoplan malhumorados
El rebaño del que formo parte se dispone a producir para otros.