jueves, 12 de junio de 2008

Verano del 97

Foto: Pinkipeka

Corría el verano del 97,
y corría veloz, precoz y ávido de nuevas experiencias.

Era la noche del año,
y teníamos por delante tres flamantes y tórridos meses
llenos de posibilidades.

La humedad empapaba nuestra piel púber
y nos prestábamos vestidos baratos de colores chillones.


Babeábamos y mordisqueábamos
la botella de calimocho sin piedad,
en un ritual fraternal
de intercambio de fluidos.

Y era un espectáculo vernos tan excitadas y expectantes,
el cielo centelleante de fuegos artificiales
como nuestros estómagos temblorosos y adolescentes.


De lo que ocurrió aquella noche
no hablaremos aquí.