sábado, 20 de diciembre de 2008

Bolaño o la lírica del outsider


Es Los Detectives Salvajes de Roberto Bolaño un viaje alucinado a través de las peripecias de una generación de jóvenes heridos por la poesía: los real visceralistas.
El escritor chileno nos ofrece un mosaico desordenado de personajes al borde del delirio o de la muerte, abanderados de una búsqueda eterna, inmersos y perdidos en las situaciones más absurdas o inverosímiles.


La narración sigue los devaneos alrededor del mundo durante 20 años de Arturo Belano y Ulises Lima, de sus amigos y amantes, de los amigos y amantes de sus amigos y amantes, de los amigos y amantes de los amigos y amantes de sus amigos y amantes … ampliando el círculo de personajes hasta extremos insospechados, lo que me recuerda un poco a la Teoría de los Seis Grados de Separación.


Es este un libro circular, como lo es Rayuela, en el que pesa más la atmósfera que envuelve las historias que el argumento en sí. El hilo conductor es débil, pero al final tenemos la sensación de que cada testimonio viene un poco a decir lo mismo: que esa búsqueda no tiene fin.


Una gran novela, una homenaje a todo lo bueno y malo que conlleva ser joven y estar perdido. Original, violenta, desesperada, divertida, perturbadora.
Es una lástima que su autor nos dejase tan pronto.


Aquí podéis leer una de sus escasas y alocadas entrevistas.


miércoles, 3 de diciembre de 2008

Gracias

Foto: Gettyimages.


A todos los que me leéis en silencio.
A los que me perdonan que actualize tan poco.
A los que siguen un blog tan caótico como su autora, sin hilo conductor ni temática definida.

Empecé esta aventura hace dos años, con la convicción de querer escribir para mí en lugar de para un cliente.
Con la timidez y la inseguridad propios de una buena gallega.

Hoy mi contador marca 500 visitas.

Hoy tengo que daros las gracias.

sábado, 29 de noviembre de 2008

Diez razones por las que me gusta Christina Rosenvinge


1. Porque mi primer contacto con el fetichismo musical fue la adquisición del vinilo El Ángel y el diablo de Alex y Cristina. Me lo compró mi madre cuando tenía 8 años en un desaparecido centro comercial de La Coruña. No hace falta decir que lo guardo religiosamente.


2. Porque cada uno de sus discos es un susurrante diario sonoro donde regala intimidades a perfectos desconocidos. Y eso es muy generoso.


3. Porque Tu labio Superior es lo mejor que le ha pasado a la escena indie española desde hace tiempo.


4. Porque Foreign Land me hizo una compañía indescriptible durante mi época de soledad londinense.


5. Porque escribió “Alguien que cuide de mí”.


6. Porque Lou Reed se fijó en ella. Y como dijo Rocío Jurado sobre Falete: “algo tendrá el agua cuando la bendicen”.


7. Porque hace un par de años estaba en Benicassim bebiendo cerveza con una minifalda muy corta de cuadros escoceses. Tenía cuarentaytantos y parecía una lolita imperecedera.


8. Porque creo en el amor a primera vista, y en este sentido esta mujer podría enamorar a cualquiera.


9. Por haber sufrido una catastrófica ruptura con un escritor lleno de humos, y tener el valor de volver a tirarse a la piscina con un crápula cantautor asturiano que tiene mucho peligro.


10. Por llevar la contraria.

lunes, 20 de octubre de 2008

Los Soprano: ritual de lo habitual


Lo que hace grande a Los Soprano no son las flamantes posibilidades que tradicionalmente el mundo de la mafia ha regalado a los guionistas, con sus grandes temas: traición, vida y muerte, pasión, marginalidad, bien y mal…

Lo que verdaderamente hace grande a Los Soprano es el retrato íntimo, extremadamente realista, de la cotidianidad de Tony Soprano, un hombre de mediana edad en permanente crisis.


Sin duda lo que nos hace retorcenos en el sofá no son los sangrientos ajustes de cuentas que protagoniza Tony. Lo que nos fascina de ese gordo asesino, adúltero, cabrón y tierno son sus desvelos, lo contradictorio de sus sentimientos, las sesiones con su psiquiatra, sus sueños alucinados, sus pecados, placeres y dolores.


David Chase obra el milagro de condensar en fragmentos de menos de una hora la complejidad de la vida misma, de las relaciones humanas, la densidad de un tiempo que se nos va, la volatibilidad de nuestras emociones.
Y todo ello con diálogos que esconden, miradas que sugieren, paisajes que evocan, recuerdos que trastornan, sueños que perturban o gestos que anticipan. Y nosotros estamos invitados a descifrar este puzzle maravilloso, en el que nunca hay nada obvio, siempre laten verdades sobre la superficie y tú tienes que aprender a escucharlas.

Son Los Soprano el retrato de la vida de un hombre cualquiera, tan normal y tan extremadamente complicada como la tuya o la mía.
Y eso, eso es lo que mola de verdad.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Más que trapitos


Mi abuela tenía una tienda de telas en un pueblo gallego. Era la visionaria que hacía llegar a las mujeres los nuevos estampados, los camisones más provo, las sedas de la mejor calidad. Su boutique era un oasis de fantasía en la mediocridad más gris.

Mi madre se compraba el Vogue y ella misma se confeccionaba los modelitos que lucía Brigitte Bardot. Años más tarde supo que las chicas de las aldeas cercanas bajaban al pueblo los domingos sólo para ver cómo iba vestida. El estilo de mi madre les hablaba de otros mundos que no conocían y que anhelaban desde sus posibilidades limitadas (las de un pueblo gallego en los años 60 de la España franquista).

La moda puede llevarte muy lejos... y no estoy hablando de pasarelas, sino de fantasía.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Bizarrismos


De todos es conocido el poder terapeútico de la música. A veces encuentras la melodía o las palabras exactas que describen lo que estás sintiendo. A veces un reef de guitarra te evoca experiencias que creías haber olvidado.
Alguien da forma a aquello que te parecía imposible descifrar en tu interior, y es el mayor consuelo y el mejor bálsamo para dejar de sentirnos, al menos por un momento, incomprendidos, complicados, frikis, desgraciados o solos en el mundo
.

Hay gente que hace música mágica e indescifrable, y algunos grupos noveles del panorama nacional encajan ahora mismo en esa categoría.

McEnroe son melancolía pura en vena. Cada tema provoca un estado de ánimo más extraño que el anterior, con letras cotidianas que hablan de desamor y de parajes desérticos.


Triángulo de Amor Bizarro han creado con su Fantasma de la transición la mejor y más sutil apología del espíritu adolescente, de las primeras aventuras nocturnas, de aquella pureza que nos dejamos en el camino. De la primera vez, en definitiva.

Vetusta Morla tiñen sus letras de un algo cinematográfico, que no sabes muy bien dónde te lleva, pero en cualquier caso es un lugar que te resulta familiar. Escucharles es como experimentar un déjà vu.

Los Punsetes, como solían hacer Los Smiths, interpretan trágicamente las letras más absurdas. En el fondo no se toman demasiado en serio, así que pueden decirte que quieren “morir en una discoteca llena de maricas” como si de una terrible confesión se tratase. Resulta muy evocador.

Es un alivio saber que todavía gente especial en el mundo
.

jueves, 10 de julio de 2008

Hotel


Llámenme masoquista, pero lo cierto es que sentí la necesidad de volver al escenario de nuestro primer viaje.
Soy una persona de impulsos, así que tomé el primer avión a Barcelona y me alojé en el cuarto donde, cinco años atrás, fuimos felices. Bien pensado, creo que el tiempo que pasé con ella fue un afortunado paréntesis, una anécdota en una vida abocada al fracaso y la soledad.
El hotel era uno de esos locales pretenciosos que se autodenominan boutiques, y contaba con una biblioteca compuesta por los libros que los huéspedes dejaban olvidados en las habitaciones. Bajé en busca de palabras de consuelo, aunque fuesen escritas. Mi viaje no estaba siendo todo lo terapéutico que esperaba.

Entonces, lo vi. Lo abrí. Mi propia letra en la primera página. Mi dedicatoria.
Aquel párrafo que ella había subrayado, como una premonición macabra de lo que nos ocurriría cinco años después.

*Relato participante en el concurso de Microrelatos de la Fnac, cuya temática gira en torno al libro.

jueves, 12 de junio de 2008

Verano del 97

Foto: Pinkipeka

Corría el verano del 97,
y corría veloz, precoz y ávido de nuevas experiencias.

Era la noche del año,
y teníamos por delante tres flamantes y tórridos meses
llenos de posibilidades.

La humedad empapaba nuestra piel púber
y nos prestábamos vestidos baratos de colores chillones.


Babeábamos y mordisqueábamos
la botella de calimocho sin piedad,
en un ritual fraternal
de intercambio de fluidos.

Y era un espectáculo vernos tan excitadas y expectantes,
el cielo centelleante de fuegos artificiales
como nuestros estómagos temblorosos y adolescentes.


De lo que ocurrió aquella noche
no hablaremos aquí.

sábado, 5 de abril de 2008

¿qué es la creatividad?

Ilustración: Yoshitomo Nara

Yo no sé lo que es la creatividad. Lo que sí sé es que solía pensar en ella como algo poco serio, casi algo de lo que avergonzarse. Al menos, en lo que respecta a MI creatividad. Llegar a asimilar que podía hacer algo productivo con aquellas idas de olla, e incluso que podrían llegar a pagarme por ello, ha sido una de las odiseas de mi vida. Fue un auténtico proceso de autoconocimiento y de reconciliación conmigo misma.
Lo más artístico que había en mi libro de Arte de COU eran las muñequitas con estilismos y actitudes diversas que inundaban cada página. Se acompañaban de lamentos amorosos, filias musicales y obsesiones varias anotadas entre clase y clase.
A veces, ser creativo es echarle un poco de morro al asunto. Un día llegó un tipo catalán con buena planta que se dedicaba a hacer exactamente lo mismo que llevábamos haciendo cientos de adolescentes en los últimos veinte años. Se llamaba Jordi Labanda y creía en lo que hacía. Y triunfó. Entonces, me lamenté de considerar aquellos dibujitos como guarrerías. De hecho, a mis compañeras les entusiasmaban. Lo cierto es que yo nunca he sido muy buena en eso de echarle morro a la vida. Aunque voy aprendiendo. Es lo que tiene la publicidad.

reacciones

Mi madre siempre ha sido una mujer muy refinada. Y la tónica es, sin duda, el más refinado de los refrescos. Al menos antes de que se asociase al culo de Eduardo Noriega, era así. El caso es que, pongamos, mi madre estaba tomando una tónica en el salón de casa (cuando todavía vivía en casa de mis padres) y yo le aparecía a mi madre con un garabato de la botellita de Schweppes y una reflexión sobre el poder de los burbujas, o alguna tontería por el estilo. Y claro, mi madre se me quedaba mirando con una cara muy rara. Yo le decía de vez en cuando “Es que yo quiero hacer cosas creativas”… y ella me apoyaba porque creía que tenía talento (una madre siempre será una madre), pero en realidad yo no tenía ni idea de cómo darle salida a todo aquello.
Así que me puse a estudiar periodismo, y después hice un Máster que fue una auténtica pérdida de tiempo y de dinero. El Máster en cuestión se impartía en un polígono industrial, y teníamos que darnos una paliza tremenda de bus cada día para subir y bajar. Así que yo aprovechaba los viajes para hacer mis bocetitos y escribir las impresiones que me despertaba el mundo laboral (no muy esperanzadoras, a decir verdad). Era mejor que mirar por la ventana y ver aquel horrendo polígono que me deprimía. Y, a día de hoy, esos momentos creativos a bordo del bus de la empresa es lo que más recuerdo de aquél Máster. Gracias a dios.
Mi hermano siempre fue un gran entusiasta de mis creaciones. Guarda religiosamente todos los cómics de la heroína “Mireya” que tenían en la portada el claim “Poderes tiene. Es ladrona” (siempre me ha ido el rollo de las figuras literarias). El diario de Snoopy lo guardo yo en el cajón. Era una niña verdaderamente retorcida. También escribía cuentos sobre chicas aventureras que vivían en apartamentos en Manhattan y escuchaban a Texas. Yo tenía 7 años y no había escuchado a Texas en mi vida, pero me parecía que debían ser lo más moderno del mundo. Yo es que siempre he querido ser moderna.

el principio del fin
Cuando estudiaba en Salamanca, compartía facultad y muchas otras cosas con los alumnos de publicidad. En realidad, la mayoría de mis amigos de la carrera estudiaban publicidad, no periodismo como yo. Eran mis compañeros de piso. Tenía una amiga en clase, pero luego se metió a bailarina. Yo me moría de envidia, pero abandoné mi corta carrera de ballet a los seis años porque las clases coincidían con Barrio Sésamo. Siempre he tenido muy claras mis prioridades.
El caso es que en casa se montaban unos follones descomunales cada vez que tenían que hacer un trabajo de grupo. El grupo lo formaban unas ocho personas, pero jamás lograron reunirse más de cinco a la vez. Y esto era motivo continuo de discusiones. Tenían que inventar, por ejemplo, una promoción de zumos para gente joven, o un evento para anunciar una nueva marca de chicles. Sin cortapisas, podían crear lo que les diera la real gana (entonces no existía el cliente). Y yo no entendía por qué se cabreaban tanto cuando a mi me tocaba leerme un libro de 400 páginas sobre el conflicto en los países del Este. Así que siempre andaba metiendo la nariz en sus trabajos, y al final acababa echándoles una mano. Pero nunca se me ocurrió que pudiera dedicarme a esto.

Nunca hasta que, ya en Madrid y finalizadas mis enésimas prácticas como redactora, me enteré de lo que era un copy. Conseguí una entrevista en un sitio pequeñito, y llevé las noticias que más me gustaban de lo que había publicado (mis preferidas eran sobre Björk y sobre Borges) y unas cuantas ideas sin orden ni concierto montadas en un cartón pluma, que un amigo director de arte me había ayudado a maquetar.
Era un lunes por la mañana, tenía el teléfono apagado y volvía de un viaje de fin de semana agotador. Al despertarme y conectarlo, tenía doscientas llamadas, varias de mi madre. No es que las llamadas compulsivas de mi madre fuesen algo fuera de lo normal, pero aun así la llamé:

-¡Te ha llamado a casa el chico de la entrevista! ¡Llámale!
-Ah.

De esto hace cinco años y desde entonces soy creativa. O eso parece.

Aunque a veces, me gustaría recuperar el sentido original de esa palabra.