domingo, 25 de enero de 2009

Las niñas viejas



Siempre fui una niña espontánea, de lengua fácil, de imaginación desbordante, sin más límite que la protección de mi familia y mi propia fantasía.
Una persona de impulsos, transparente como el agua.
Nunca me enseñaron que el mostrarse como uno es fuese algo malo.
No recibí ese tipo de educación restrictiva y manipuladora, pues mi propia madre es una de las mujeres más auténticas que conozco.
Sin embargo en el colegio había niñas que actuaban de forma distinta. Niñas a las que desde muy pequeñas inculcaron las leyes de la discrección y la mesura.
Niñas con madres para las que la apariencia era el valor fundamental. Abanderadas de lo anodino. Niñas instruídas en la retorcida ciencia de la asepsia y la contención de las emociones.
Niñas con lazos siempre intactos, dobladillos perfectos y comportamiento escrupuloso.
Niñas aburridas. Niñas viejas.

Muy pronto descubrí que yo no pertenecía a esa clase de niñas. Mi coleta deshecha, mi verborrea infantil y mi ansia por leer libros de mayores me delataban.
Con el tiempo aprendí que aquella clase de niñas eran capaces de hacer mucho daño, con una sutileza y un retorcimiento impropios de su edad.

Todavía coincido con esa clase de niñas, que han crecido pero mantienen exactamente las mismas sofisticadas estrategias, si acaso refinadas por la experiencia.
Niñas grandes de sonrisa falsa y maneras de político que te la meten doblada antes de que te de tiempo a darte cuenta.
Tan discretas e invisibles como depredadoras.

Recuerdo a mis compañeras de clase haciéndose las devotas en misa y escribiendo invitaciones de cumpleaños.
Me imagino que ahora son iguales, sólo que han cambiado a Dios por el jefe y las invitaciones por folletos.

7 comentarios:

albixoi dijo...

Excelente reflexión.

La chica cortocircuito dijo...

Muchas gracias Pablo.
Esta entrada significa mucho para mí en estos momentos.
un biquiño

Anónimo dijo...

Reconozco perfectamente la vieja de la que hablas. Muy buena y acertada, pero es más, diría muchas más cosas. Algún día hablaremos de ella largo y tendido y con unas cañas delante. a.m.

La chica cortocircuito dijo...

Sí, a.m. las cañas cuando quieras.
Sabía que te gustaría ;)

yonson dijo...

Estas chicas abundan de este lado del mundo y el sentimiento es el mismo. La ventaja es que con los años el resto de las chicas, las que llevamos el pelo en plan desastre, nos damos cuenta de sus intenciones, con los años hemos ido perfeccionando el sistema.
mando beso
k

La chica cortocircuito dijo...

Sí... nunca acaba una de librarse de ellas, es eterno y universal... el sistema se acaba perfeccionando pero la esencia es la misma.
A pesar de todo, me alegro infinito de ser la del pelo desastre. Y de qu tú lo seas también ;)

Anónimo dijo...

Me encanta la reflexión, es más, me atrevería a decir que el miedo pudre y con el paso de los años la falta de autenticidad y los prejuicios hacen que huela, por eso otro formato de personas, las despeluchadas, podemos olerlo…
Me queda tan sólo pena mientras contemplo la incapacidad que sufren estas niñas viejas, y no alojo odio ni rencor, al reflejo de estas me miro, me encanto y aun con más ganas sigo caminando de frente.
Gracias por ser como eres, porque a gente como yo nos hace respirar puro!