... para síndromes post vacacionales tan agudos como el mío, a veces una sonrisa es la mejor terapia.
He aparcado mi ego durante un maravilloso mes de ocio y sólo cosas así y algo de química me alivian el pesar de volver a Madrid y a la rutina.
Ahora se trata de superar el reencuentro con mi quejumbroso, abandonado y hambriento ego.
Que lo disfrutéis.
Es tontipop de toda la vida. Pero mola.
jueves, 3 de septiembre de 2009
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3 comentarios:
Uf, yo aún no he llegado a la depresión postvacacional. Más bien voy al revés. Son las vacaciones las que me deprimen, porque nunca han sido el tipo de vacaciones que quería.
Cuando yo tenía tu edad y estudiaba, me ocurría algo parecido.
Supongo que todo se reduce al hecho de trabajar:
-Si trabajas, más o menos puedes permitirte tener las vacaciones que deseas.
-Después de las anheladas y disfrutadas vacaciones, tener un año de trabajo por delante se hace demasiado duro.
Consumir-producir. En el fondo el sistema lo simplifica todo. Hasta los estados de ánimo.
Por otra parte cuando vas cumpliendo años tienes menos tiempo para ti, y por eso lo valoras más. Sí, incluso los momentos de aburrimiento y soledad.
Me gustó el post sobre tu novio. ;)
jaja esa canción! xDD. Un besote chica cortocircuito...
:)
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