lunes, 20 de octubre de 2008

Los Soprano: ritual de lo habitual


Lo que hace grande a Los Soprano no son las flamantes posibilidades que tradicionalmente el mundo de la mafia ha regalado a los guionistas, con sus grandes temas: traición, vida y muerte, pasión, marginalidad, bien y mal…

Lo que verdaderamente hace grande a Los Soprano es el retrato íntimo, extremadamente realista, de la cotidianidad de Tony Soprano, un hombre de mediana edad en permanente crisis.


Sin duda lo que nos hace retorcenos en el sofá no son los sangrientos ajustes de cuentas que protagoniza Tony. Lo que nos fascina de ese gordo asesino, adúltero, cabrón y tierno son sus desvelos, lo contradictorio de sus sentimientos, las sesiones con su psiquiatra, sus sueños alucinados, sus pecados, placeres y dolores.


David Chase obra el milagro de condensar en fragmentos de menos de una hora la complejidad de la vida misma, de las relaciones humanas, la densidad de un tiempo que se nos va, la volatibilidad de nuestras emociones.
Y todo ello con diálogos que esconden, miradas que sugieren, paisajes que evocan, recuerdos que trastornan, sueños que perturban o gestos que anticipan. Y nosotros estamos invitados a descifrar este puzzle maravilloso, en el que nunca hay nada obvio, siempre laten verdades sobre la superficie y tú tienes que aprender a escucharlas.

Son Los Soprano el retrato de la vida de un hombre cualquiera, tan normal y tan extremadamente complicada como la tuya o la mía.
Y eso, eso es lo que mola de verdad.