miércoles, 3 de septiembre de 2008

Más que trapitos


Mi abuela tenía una tienda de telas en un pueblo gallego. Era la visionaria que hacía llegar a las mujeres los nuevos estampados, los camisones más provo, las sedas de la mejor calidad. Su boutique era un oasis de fantasía en la mediocridad más gris.

Mi madre se compraba el Vogue y ella misma se confeccionaba los modelitos que lucía Brigitte Bardot. Años más tarde supo que las chicas de las aldeas cercanas bajaban al pueblo los domingos sólo para ver cómo iba vestida. El estilo de mi madre les hablaba de otros mundos que no conocían y que anhelaban desde sus posibilidades limitadas (las de un pueblo gallego en los años 60 de la España franquista).

La moda puede llevarte muy lejos... y no estoy hablando de pasarelas, sino de fantasía.